La mayoría de las personas iniciamos con objetivos y propósitos en el mes de enero. Nos prometemos a nosotros mismos alcanzar lo que a veces no hemos logrado en el año anterior, prometiendo el "ahora sí, lo voy a cumplir".
Otros objetivos que podemos proponernos, son continuación de metas alcanzadas y buscamos mejorarlas. Lo que muchas veces no analizamos, es el sentimiento que nos genera cada meta o propósito, el porqué y para qué lo hacemos. Y sin este análisis, podemos ser como un barco a la deriva, sin timón y sin velas. Por lo tanto al primer viento fuerte nos podemos llenar de miedo, inseguridades, dudas de si es viable o no, si es posible o no y es entonces cuando el desistir llega, o el posponer y dejarlo para un "luego lo hago" aparece.
Detrás de un objetivo o un propósito hay mucha información a nivel inconsciente, de la cual, obviamente no nos damos cuenta, y el hacerlo consciente nos ayuda a tomar acción, para tomar decisiones diferentes y por consiguiente tener resultados diferentes.
Si eres de las personas que toma muy en serio sus propósitos, o bien si estás cansado de intentar algo y no lograrlo en algún área de tu vida, te invito, te propongo algo.
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