Decía Facundo Cabral: "No hay nada más peligroso que una persona infeliz, pues se la pasa haciéndole la vida infeliz a los demás".
Llevo algunos añitos compartiendo temas de desarrollo humano y, me he dado cuenta de un factor común, se tiende a buscar afuera todo lo que se cree que da felicidad: Carros, casas, trabajo, familia, amigos... la lista es muy grande. Y no, no es que sea malo tenerlo, al contrario, es muy bueno, pero, cuando se topan consigo mismos, y se dan cuenta que ellos se dejaron en último lugar, pueden llegar a tener un vacío muy grande. Aún y cuando tengan todo lo demás.
Todos sufrimos heridas de diferente índole, algunas nos es más fácil sanar y otras no tanto. Unas aceptamos que nos duelen, y otras hacemos como que no pasa nada, sin saber que va generando una coraza que nos va haciendo duros por dentro, tanto que se puede llegar a ser inflexible y hasta insensible.
¿Resultado? vemos todo color negro o un panorama gris. En ese estado, podemos culpar a la vida de una mala suerte sin saber que es nuestro propio interior el que estamos reflejando.

Lo que ves afuera es el reflejo de lo que llevas dentro
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