En este momento
viene a mi mente Frida Kahlo y sus pinturas, aunque pasaron a la historia del
arte, yo creo que no era precisamente lo que tenía ella en mente. El arte tiene
muchas formas de expresión, ella encontró la forma de expresarse a través de la
pintura. ¿Cuánto dolor ha de haber sentido dentro de su alma y en su cuerpo
para dibujarse a si misma de tal forma?
Retrata su sentir, pensamientos y anhelos. Quizá encontró su propia libertad en
el arte de la pintura, atrapada en su propio cuerpo convaleciente tras un accidente
que la dejó postrada en cama. Pintarse a sí misma quizá fue reencontrarse, y
encontrar su propia belleza dentro de un cuerpo torturado.
En estos últimos días he tenido la oportunidad de ver videos de personas que nos pueden llegar a asombrar con el arte que realizan. Ya sea en un baile, música, un tipo específico de ejercicio, diseño de cosas increíbles con madera u otros materiales, en fin, hay muchas cosas creativas que se distribuyen en las redes sociales.
A mí me gusta
mucho la pintura, y aunque no lo hago bien, me sirvió en algunos años como
terapia, y como el principio de entender que también con las letras se puede
dibujar.
Dibujar una sonrisa en un rostro no es sencillo. Darle ese toque especial de un
sentimiento que se pueda reflejar, menos. Pero plasmar una sonrisa en una en una
frase, donde el lector se pueda trasladar y sonreír en el momento preciso, creo
que es un poco más complejo.
Entendí que, para yo poder plasmar una sonrisa, primero tenía que encontrar mi
propia sonrisa. Si yo quiero transmitir fuerza, es porque primero tenía que
encontrar mi propia fuerza. Al observar mis propios sentimientos, es que puedo
entonces lograr que las personas encuentren los suyos propios. Eso hace, que me
de el permiso de sentirme vulnerable. Y siendo muy sincera, más que por lograr
que mis letras lleguen a muchos lugares, es porque entendí que es mi forma de
expresión.
Letras sencillas que plasman sentimientos. Pero para poder plasmar lo sencillo necesito soltar la ilusión.
Soltar la ilusión de la perfección. De que todo me tiene que salir bien. De que todo el tiempo debe haber sonrisas cuando también hay tristezas. Qué curioso que todos vivimos lo mismo, y queremos demostrar que no es así. Qué curioso que podemos observar la fortaleza del otro y no observar nuestra misma fortaleza.
Lo más hermoso del arte es que permite expresar los sentimientos de cualquier forma, y todos absolutamente todos son aceptados. Ningún sentimiento es criticado cuando se expresan en el arte. ¿Y sabes por qué? Porque las personas se identifican con ellos. Y es cuando a su vez se dan el permiso de sentirse vulnerables, sin explicar nada a nadie. Sólo lo sienten, lo aceptan y continúan.
Eso es lo hermoso
que tienen también las letras. Forman palabras bellas e intensas y van más allá
de una simple regla ortográfica. Reflejan lo que tú quieres ver, lo que quieres
leer.
Aprender a leer entre líneas, es a lo que nos lleva una lectura. A veces se lee
sin llegar a nada, o a veces nos hace derramar lágrimas. Y más que las letras,
es tu momento. Es, si encuentras en estas letras la belleza que llevas dentro. ¿Lo
sientes? ¿Te reflejas?
Quizá solo sientas cómo retumba tu corazón, y tus pupilas se dilaten en la búsqueda de lo que llevas rato queriendo descifrar. O quizá solo pasen… sólo pasen.
Es como una flor queriendo abrirse, pero al menor grado de inseguridad se vuelve a cerrar, impidiéndose a sí misma florecer. Y no es porque el exterior no se lo permitiera, o porque la luz no fuera suficiente, es simplemente porque no estaba lista.
Tengo un rosal en
mi jardín, y he visto rosas hermosas abrirse. Y como si sonrieran y se sintieran grandes y
bellas, dejan que vengan los rayos del sol a cubrirlas, permiten que vengan los
pájaros a visitarlas. En primavera hay mariposas que pareciera que se deleitan
con su belleza. Yo como simple espectadora me regocijo al verlas, a la vez que
disfruto del canto de sus visitantes. Las rosas sonríen como si fueran eternas,
y en esos momentos, en esos pocos momentos, hacen de mi espacio un lugar tan
agradable, y lo único que hicieron fue, permitirse florecer.
No permitas que nada de impida florecer, porque definitivamente, así como el
rosal de mi jardín, ha soportado vientos fuertes y tempestades, inviernos crudos
y fríos, pero sigue en pie, sabiendo que algún día llegará la primavera, y con
ella de nuevo su belleza.
Te deseo un excelente día.